Se considera acción de cazar, a los efectos de la Ley, la ejercida por las personas mediante el uso de armas, animales, artes o medios apropiados para buscar, atraer, conducir o perseguir los animales definidos como piezas de caza, con el fin de darles muerte, capturarlos vivos, apropiarse de ellos o facilitar otro tanto a un tercero, así como todas aquellas acciones similares en relación a las especies de aves o mamíferos silvestres que no sean especies amenazadas o protegidas, cuando sea necesario por razones técnicas de equilibrio, seguridad y gestión del medio natural.
En el ejercicio de la caza se diferencian las modalidades deportivas y tradicionales de caza de aquellas técnicas que obedezcan a razones de gestión, control, científicas o educativas.
Entre las múltiples modalidades de caza deportiva, la principal división engloba la caza en dos grandes grupos: la caza mayor (montería, rececho, espera o aguardo, batida o cetrería) y la caza menor (en mano, ojeo, perdiz con reclamo y caza acuática).
La caza cuenta con innumerables beneficios contrastados con una sólida base científica, entre los cuales destacan: